TILLANDSIA
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Son una planta de rabiosa
actualidad por su exotismo y singular belleza. Más allá de esta
presencia única, hay un argumento más para plantearse tenerla: es una planta
para todos los públicos. O, dicho de otra manera, los cuidados de
tillandsia son tan sencillos que incluso alguien poco experimentado en
plantas puede disfrutar de ella. Algo curioso de descubrir, ya que las plantas
aéreas tienen fama de ser una planta delicada.
Ideales para cualquier
decoración, la tillandsia se ha convertido en un imprescindible
en la decoración de terrazas. Una manera sencilla y espectacular de
poner una nota exótica en estos espacios, con una baja demanda de
cuidados. Pero no solo podemos tenerla fuera de casa. También es una
planta ideal para interior.
Familia de las bromelias, conocer
los cuidados de plantas aéreas nos hace pensar irremediablemente en las
orquídeas. Y es una asociación de ideas perfectamente lógica. Tanto unas como
otras son plantas epífitas, que no necesitan sustrato para vivir, pero sí un
clima húmedo. Algo también lógico, ya que la tillandsia es una planta originaria
de bosques de climas tropicales. Un aspecto que marca, irremediablemente,
los cuidados de plantas aéreas en lo que respecta a temperatura.
CUIDADOS FUNDAMENTALES
1. Luminosidad, uno de los
cuidados de las plantas aéreas vitales
Es una planta tropical, ¡con eso
hemos dicho casi todo! Y decimos casi porque, a pesar de que entre los cuidados
de plantas aéreas la luz es imprescindible, hemos de ser
cuidadosos. La tillandsia no puede recibir luz solar directa, ya que puede
quemar sus hojas. Una precaución a tener fundamentalmente en los meses de
verano.
Si la tenemos en interior,
tendremos que situarla en un espacio muy luminoso.
2. Ubicación, apta para
interior y exterior
Un aspecto de los cuidados de plantas
aéreas íntimamente ligado a la temperatura.
A pesar de que es una planta que
podemos tener tanto en interior como en exterior, hay que contemplar algunas
salvedades. Sí podremos tenerla fuera todo el año si vivimos en un clima
templado y húmedo. De ser así, la tillandsia crecerá con vigor a pesar de una
de sus características: es una planta de crecimiento súper lento.
Si decidimos cultivarla en
interior, es fundamental que esté en un espacio bien ventilado y
alejada tanto de ventanas como de fuentes de calor, como puede ser un radiador.
3. Grado de humedad, el
otro imprescindible en los cuidados de plantas aéreas
Como buena planta epífita, la
tillandsia se nutre de la atmósfera que la rodea. Algo que nos obliga a
procurarle un buen grado de humedad ambiental. Si vivimos en un
clima seco o la tenemos dentro de casa, tendremos que ser rigurosos con este
aspecto. Pero no solo en verano: también en la temporada de calefacción.
Dado que las plantas aéreas
demandan una alta humedad ambiental, tendremos que dársela. Para ello, lo
ideal es una pulverización diaria en los meses de calor; y una
cada dos o tres días en los de invierno. Tampoco está de más, sobre todo en
verano, sumergirla en agua. Pero ojo: no podemos hacerlo a la ligera. Tras este
baño, lo idóneo es que no haya acumulación de agua sobre las hojas. Puede
llegar a pudrirla.
De estar expuesta al agua más
limpia que existe, el agua de lluvia, tendremos que sacudir
ligeramente el exceso de la superficie de la planta.
La aplicación rigurosa de un
abono específico es fundamental en los cuidados de las plantas aéreas. Descubre las características de este fertilizante
Y, a pesar de que esta agua
nutrirá la planta, tampoco está de más que la ayudemos un poquito. Nos
referimos a aplicar con cierta regularidad, a partir de la primavera,
un abono foliar para tillandsias. Es importante que sea específico
para ellas y con esta forma de aplicación. Por un lado, porque está pensado
para nutrir las hojas de plantas que no viven en un sustrato. Por otro, porque
si no las jugamos a utilizar otro tipo de fertilizantes podemos quemar la
planta.
4. Heladas y frío, dos de
sus principales enemigos
Cuando hablamos de enemigos de
las plantas, tendemos a pensar siempre en eliminar las plagas. Sin
embargo, esta preocupación podemos descartarla en lo que respecta a la
tillandsia. Es tal su resistencia que, si seguimos al pie de la letra los
cuidados de plantas aéreas, podemos olvidarnos de ellas. Una planta fuerte y
bien cuidada presentará siempre más resistencia a cualquier ataque.
Sin embargo, hay otros dos
enemigos mucho más silenciosos que las plagas. Nos referimos al frío y las
heladas. Dos máximas del invierno que conviene evitar si queremos que nuestra
planta sobreviva. Como buena planta tropical, la tillandsia es súper sensible
al frío. Por eso, no podemos someterla a temperaturas menores a
los 10 grados.
Si la tenemos en exterior, lo
ideal es que en invierno pase más tiempo dentro de casa. Podemos o bien meterla
dentro cuando comience a atardecer; o, si vivimos en un clima especialmente
frío, buscarle un lugar para que pase el invierno con nosotros.
En lo que respecta al calor, tolera
temperaturas de hasta 30 grados. Si el termómetro subiera más, tendríamos
que vigilar especialmente el tema de la humedad.
5. La multiplicación de la
tillandsia, una tarea para hacer sin prisa tras la floración
Y sí, floración. Un aspecto
poco conocido de la tillandsia, que no es precisamente menor. Y es que de ser
rigurosos con los cuidados de plantas aéreas, podremos verla florecer.
Un espectáculo acorde a lo singular de su morfología. Decimos esto porque las
flores de esta planta son especialmente hermosas. Con una distribución muy
similar a la de la bromelia, emergen en tonos violetas y fucsias sobre el
verde de la tillandsia en verano.
Un espectáculo que solo nos
regalará nuestra planta si está debidamente cuidada.
Pero no solo eso. Es más que
habitual que, tras la floración, nuestras plantas aéreas comiencen a crear
hijuelos. Pequeñas nuevas plantas que crecen sobre la madre, y que darán
lugar a un ejemplar individual. De tenerlos nuestra planta, tendremos que
tomárnoslo con calma. Lo ideal es dejarlos crecer el mayor tiempo
posible para asegurarnos que, una vez separado de la planta madre,
prospere sin problemas.
El momento ideal para llevar a
cabo esta labor es la primavera. Y, para que no dañe ni a la planta original ni
a la madre, nos obliga a hacerlo separando cuidadosamente las ramas jóvenes de
la planta antigua.
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