Amanece otro día, y va ordenándose todo lo que se pierde con la noche, la insaciable riqueza de detalles que hace al mundo real. Lentas y fieles, todas las cosas vuelven a su sitio, súbditas inconscientes del milagro de ser, de seguir siendo. Únicamente faltas tú, que prefieres a la gloria vocinglera del mundo, la infinita desnudez y reserva de las sombras, lo que sabe la tierra, y su silencio. José Cereijo, poeta del silencio
ORDENÁNDOSE
tiene varios significados, y sinónimos. El que le doy a esta entrada es el de
estructura, encaminarse a un fin. Lo voy intentar llevar por varios caminos, veamos
como resulta a final.
Todo
en la naturaleza se ordena o estructura. Los patrones en la naturaleza son
formas claramente regulares encontradas en un medio natural. Estos patrones se
pueden visualizar en diferentes contextos e incluso a veces modelados matemáticos.
En este ámbito vemos las simetrías, los árboles, las espirales, los meandros,
las ondas, la espuma, las teselaciones, las fracturas, las rayas…
La
proporción áurea se ha utilizado a lo largo de la historia en proyectos
arquitectónicos, de diseño o fotográficos para dotar a los objetos y a las
figuras de la adecuada armonía visual con la que debe percibirlos el
espectador.
Leonardo
Pisano, también conocido como Fibonacci,
es el famoso matemático italiano al que se le atribuye el descubrimiento de la
sucesión numérica que dio lugar a esta proporción "natural" que se
encuentra muy presente en la naturaleza bajo varias formas. "Chambered Nautilus Shell"
La
belleza matemática de la naturaleza
En general, la naturaleza teje su tapiz a través de la auto organización, sin recurrir a un plan maestro o anteproyecto, sino mediante interacciones simples y locales entre sus componentes. Las interacciones son las que, de forma emergente, producen patrones. Por esa razón, hay patrones más comunes que otros.
Patrones
geométricos, matemáticas en la naturaleza, que a los seres humanos nos pueden
resultar particularmente bellos. Los más comunes son esferas, hexágonos,
espirales, hélices, parábolas, conos, ondas, catenarias y fractales. De ello
habla Jorge Wagensberg en su libro La rebelión de las formas:
Según
Wagensberg, cada una de estas formas tan frecuentes, que afloran en la
naturaleza sin necesidad de regla, compás o calculadora, suelen ejercer una
función principal: la esfera protege, el hexágono pavimenta, la espiral
empaqueta, la hélice agarra, la punta penetra, la onda desplaza, la parábola
emite y recibe, la catenaria aguanta y los fractales colonizan.
Si
estamos paseando por el campo, no nos costará mucho observar tales formas. Los
hexágonos en la cáscara de una tortuga, o en los panales de las abejas, o en los copos de nieve. Las ondas de arena
arrastradas por el viento siguen un curso sinuoso que se asemeja a las rayas de
una cebra. En las conchas en forma de enrejado de las criaturas marinas
microscópicas vemos los mismos ángulos e intersecciones que en las paredes de
burbujas en una espuma. Las bifurcaciones del relámpago reflejan las ramas de
un río o un árbol. Los fractales en
las hojas de esos mismos árboles.
Los
filósofos griegos fueron los primeros en escudriñar estos patrones, como es el
caso de Platón, Pitágoras o Empédocles. Peter S. Stevens, autor de Patterns in
Nature, explica que la forma en que se estructura la naturaleza responde a los
límites impuestos por el espacio tridimensional que habitamos y a la relación
entre el tamaño de las cosas y su funcionalidad.
Nada es azaroso. Todo tiene una función. Un motivo. En ese sentido, la belleza es funcional, o más bien un efecto secundario de la funcionalidad.
El ORDEN DE LA NATURALEZA
Desde
nuestra visión de la naturaleza, todo lo que existe tiene un orden y una
función, establecidos desde la creación. Todos los elementos poseen una
dimensión física y una espiritual, todo tiene vida, espíritu, fuerza, toda la
naturaleza tiene la misma esencia de la Madre Jaba Sé.
Nuestro
territorio ancestral es un documento que contiene los códigos que nos permiten
leer el orden del tejido de la vida, por eso hoy en día para hablar con el
mundo occidental, en su lenguaje y sus lógicas -ordenamiento territorial, uso y
manejo de la “biodiversidad”, conservación-, nos basamos en el conocimiento y comprensión
de cada elemento de la naturaleza, ya que son estos códigos los que nos indican
su Origen, historia, orden y función. Sólo así sabremos usar bien el agua, la
tierra, las plantas, animales, piedras, brisa, frutas, luz solar y podemos
orientar el dialogo con otros, hijos de culturas y de tradiciones históricas
diferentes a la nuestra.
Entendemos
el orden del territorio como el orden en el cuerpo de las personas, cada cosa
en su sitio, con un espacio y función, y todas las partes, interrelacionadas,
hacen posible su buen estado. Cuando una parte se daña, cuando hay enfermedad,
se afecta tanto al cuerpo como al espíritu. Hay partes del cuerpo –como de la
naturaleza-, que pueden cortarse y nacen nuevamente (el cabello en las personas
o los árboles en un monte). Pero hay otras que, si se dañan o se sacan, el
cuerpo muere. En nuestro territorio ancestral, hay muchos espacios sagrados y
de ellos, algunos son vitales. Un daño allí afecta al territorio ancestral,
desencadena efectos negativos en otros espacios y elementos de la naturaleza, y
puede conducir al territorio a una infinita agonía hasta su muerte.
¿Por qué la naturaleza es
ordenada?
El
orden es su modo permanente de proceder: la naturaleza está ordenada porque
produce siempre las cosas del mismo modo. Si orden es hacer algo siempre del mismo
modo, la esencia del orden es la permanencia. Solo si el modo de hacer
permanece, podemos afirmar que es siempre el mismo.
¿Dónde hay caos hay orden?
El
caos hace posible el orden siendo su precursor y socio, y no su opuesto. El
caos posee dentro de sí profundas estructuras de orden donde las zonas de
simetría se mezclan con las de asimetría, recorriendo todas las escalas de
magnitud creando así formas cada vez más complejas.
Entonces la naturaleza ¿Es
ordenada o caótica?
Por
una parte, todo indica que el universo funciona según unas leyes universales,
por lo cual se podría decir que es ordenado (no es caprichoso ni azaroso). Por
otra parte, si bien la mayoría de esas leyes son quasi-deterministas, en su
fondo hay una cierta presencia de azar y también existen fenómenos que se rigen
por leyes caóticas, impredecibles incluso en principio.
Luego
tenemos la termodinámica, con su famosa 2ª Ley, que nos dice que
estadísticamente todo sistema cerrado tiende al desorden (aumenta su entropía)
hasta alcanzar el equilibrio termodinámico. No sabemos si el universo en su
conjunto es un sistema abierto o cerrado, pero para sistemas que podamos
estudiar constatamos que efectivamente la entropía del total sistema + entorno
siempre aumenta (tiende al desorden).
Pero
por otra parte tenemos que, en presencia de un flujo continuado de energía,
proporcionada en última instancia por las estrellas, el universo produce la
emergencia de una asombrosa cantidad de complejidad, entre la cual la vida es
el ejemplo más fascinante. Todo lo contrario del desorden, la vida es de una
complejidad abrumadora.
¿Y
de dónde viene toda esa energía? ¿De dónde proceden las estrellas? Pues la
causa última es la gravedad. La gravedad es la que puede tomar una nube difusa
de hidrógeno y helio en equilibrio termodinámico y agrupar todas esas moléculas
de gas en un grumo que eventualmente empieza a fusionarse y se convierte en una
estrella. Por tanto, aparentemente puede ir en contra del aumento de entropía
cogiendo un sistema aparentemente en equilibrio y ordenándolo. El cómo se
reconcilia eso con la 2ª Ley es todavía tema de discusión entre científicos, en
realidad durante el colapso gravitatorio del gas éste emite radiación electromagnética
y se estima que eso es suficiente para seguir obedeciendo la 2ª Ley, cuando
tenemos en cuenta esa radiación emitida, la entropía total aún aumenta. Pero
podemos decir que la causa última de toda la complejidad que observamos en el
universo es la gravedad. Sin gravedad el universo sería una nube de partículas
elementales en equilibrio termodinámico y no sucedería nada interesante.
Llegando a una conclusión,
el universo tiene una fabulosa combinación de tendencia al orden y al desorden
simultáneamente, lo cual le otorga todas esas maravillas que observamos en él.
Definitivamente, he
llegado a la conclusión de seguir trabajando en (ORDENARME). Si la naturaleza es el conjunto de orden y desorden
simultáneamente yo no voy a ser menos, no le llevare la contraria al universo. Estar
en desacuerdo con uno mismo es un ejercicio de honestidad, autocritica e ironía
sobre los tiempos que vivimos. ¿Quieres ser magnánimo? Tener magnanimidad
significa tener grandeza y elevación de ánimo, tener valor y alegría vital.
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