viernes, 17 de marzo de 2023

Necrópolis altomedievales en la provincia de Burgos

Necrópolis altomedievales de la provincia de Burgos

En las inmediaciones de Villanueva Soportilla, escondida entre un denso bosque de encinas y quejigos y casi en la orilla del Ebro se descubre una de las más señaladas y extensas necrópolis altomedievales de toda la provincia de Burgos. Fechada entre los siglos VIII y XI, y sobre una visible plataforma rocosa, consta de un insólito edículo rodeado de numerosas tumbas, principalmente antropomorfas, excavadas en la roca.

 


Tierra de frontera

Durante la segunda mitad del siglo IX, estas tierras burgalesas inmediatas al Ebro, que estaban protegidas de las razzias y aceifas de los musulmanes por el propio curso del Ebro, las escarpadas sierras de los Montes Obarenes y el cercano paso de Lantarón, fueron repobladas, bajo el auspicio de los monarcas astures, por gentes foramontanas llegadas de las montañas situadas más al norte. A esa oscura época de la historia de la Castilla más primitiva pertenece el conjunto arqueológico del poblado y la necrópolis de Santa María de Tejuela.

Poblado altomedieval

Además de su visible necrópolis, el yacimiento de Tejuela constaba de un poblado del que se han descubierto muy pocos restos. Por lo que parece tenían dos barrios. Uno apartado de la plataforma rocosa y formado por construcciones de planta ovalada son zócalos de piedra. Y el principal, adosado a la pared oriental del montículo rocoso. Las estructuras de madera de estas viviendas se sujetaban a la roca mediante rebajes practicados en la arenisca. Los muros de tapial, cubiertos de una techumbre vegetal, estaban anclados sobre vaciados más amplios en la base de la roca.

Comunidad autosuficiente y milenarista

Los habitantes de Santa María de Tejuela, de la que apenas se conservan fuentes documentales, eran autosuficientes gracias a los recursos naturales de su entorno. Vivían con un poco de ganado, pequeños campos de cultivo, frutales, caza, pesca —en especial las abundantes anguilas del Ebro— y una provechosa recolección de leña, miel y frutos silvestres. Los vínculos sociales en esta pequeña y aislada comunidad, al igual que las del resto del alto Ebro, giraban en torno a un fuerte sentimiento religioso, incrementado por la extendida creencia de que el fin del mundo llegaría justo en el año 1000.

Recinto sagrado

Por eso no es nada extraño que el recinto sagrado y la extensa necrópolis, situados sobre un alargado montículo rocoso, se convirtieran en el punto neurálgico de la comunidad. El venerable enclave, al que se accedía desde la zona habitada por una escalera tallada en la roca, está presidido por un edículo excavado en un peñón de roca arenisca, que antes de servir de iglesia a las gentes del poblado y de la necrópolis altomedieval pudo ser un antiguo eremitorio visigodo.

Imponente edículo

El edículo o cámara rupestre y sus edificios anexos, hoy desaparecidos, fueron los protagonistas, con papel relevante, en la vida y configuración del poblado de Tejuela. El edículo es un monolito de arenisca vaciado y tallado por todos sus flancos. El resultado es un cubo irregular con entalles y rebajes correspondientes a un cuerpo superior y otros adosados en sus laterales. El principal de todos, abierto al sur, estaba construido con buenos sillares, tenía planta rectangular con varios espacios y cabecera cubierta con cúpula. El edículo también cumplió una misión de carácter defensivo ya que su plataforma superior servía de lugar para vigilancia de un extenso territorio controlado por el señor del poblado.

Necrópolis rupestre

La necrópolis ocupa toda la extensión del promontorio rocoso –setenta metros de largo por unos veinticinco en su parte más ancha– y presenta unas 350 tumbas de distintas formas, tipos de construcción y cronología. Las excavadas en la piedra son las de bañera y las antropomorfas. Las primeras son las más antiguas, siglos VIII y X, y están situadas más cerca del edículo y las segundas constituyen la tipología más abundante. En el extremo del cementerio, fuera ya de la mole rocosa, aparecen las más modernas que fueron construidas con lajas de piedra durante el siglo XI y principios de la siguiente centuria.

Esperando el Juicio Final

En la Alta Edad Media los cristianos que podían hacerlo se enterraban en la roca buscando que su solidez garantizara la preservación de los cuerpos hasta el día de Juicio Final que, según el Apocalipsis de San Juan, estaba fijado para el año mil. Quizá sea esta la explicación de las numerosas necrópolis rupestres que se han encontrado en distintas zonas de la actual provincia de Burgos, sobre todo en la Sierra de la Demanda, Las Merindades, Alto Ebro y Condado de Treviño.

Manual del excavador de tumbas

Lo primero es tener una superficie pétrea adecuada, con un material ni muy duro ni muy blando, para obtener un resultado óptimo. La mejor piedra es la arenisca que se trabaja con facilidad. El proceso se iniciaba marcando la silueta de la tumba, siempre con la cabeza del difunto al oeste para que pudiera contemplar el amanecer del día de la resurrección de los muertos. Después con cuñas de madera húmeda, piquetas y azuelas se abría un hueco con el tamaño suficiente para alojar cada cadáver. Tras lavar el cuerpo, para limpiar sus pecados, y envuelto con un humilde sudario, el cuerpo era introducido en la tumba que se sellaba con pesadas losas. Una estela señalaba el lugar.


Cómo llegar

Desde Burgos y por la AP-1 hay que enlazar, tras pasar Pancorbo y su desfiladero, con la BU-525, antigua carretera de Bilbao. Siguiendo esta y unos pocos metros antes de llegar al puente que cruza el río Ebro en Puentelarrá se localiza, a la izquierda de la carretera, una señalizada pista de tierra apta para cualquier tipo de vehículos que conduce a la entrada de la necrópolis. Pero lo mejor es acercarse caminando, siguiendo las indicaciones del GR-99: Camino Natural del Ebro.


http://www.burgossinirmaslejos.com/blog/necropolis-de-santa-maria-de-tejuela/

Necrópolis del Alto Arlanza



Comarca: Sierra de la Demanda

UN PASEO POR LA NECRÓPOLIS DEL ALTO ARLANZA - BURGOS

El Alto Arlanza constituye uno de los parajes más bellos y enigmáticos de la provincia de Burgos. Un territorio de extensos pinares situado entre los Picos de Urbión y las sierras de la Demanda, Neila y Cebollera.

Aquí se encuentra la mayor concentración de necrópolis altomedievales de la Península Ibérica y posiblemente de Europa, la mayoría pertenecientes a los siglos IX y XII.

Entre los más de 20 yacimientos existentes, destaca, sin lugar a dudas, la Necrópolis de Cuyacabras en el término de Quintanar de la Sierra y la del Comunero de Revenga, ambas excavaciones dirigidas por el Profesor Alberto del Castillo, entre 1967 y 1971.

La Necrópolis de Cuyacabras cuenta con un mínimo de 185 sepulturas documentadas, diseminadas alrededor de la iglesia semirupestre y los puntos adyacentes más elevados. Dichos enterramientos están datados entre el siglo IX y primera mitad del siglo XI. La mayor parte pertenecen a inhumaciones excavadas en la roca, aunque también se registran sepulturas de lajas en forma de cista (cofre o caja) y un peculiar tipo de nicho lateral.

Las sepulturas excavadas en la roca corresponden a tres categorías; de tipo bañera (54%), tipo antropomorfo (37%) y los nichos laterales (7%). Entre las tumbas antropomorfas predominan las formas de cabecera redondeada y en arco de herradura, mientras que en las de ‘bañera’ son mayoritarias las de forma elíptica, éstas últimas utilizadas preferentemente en los enterramientos infantiles.

El número de enterramientos infantiles supera al de adultos, hecho que pone de relieve el elevado índice de mortalidad entre la población infantil. De esta forma los primeros años de vida del individuo parecen haber estado seriamente comprometidos, superada la pubertad los riesgos parecen disminuir conforme al crecimiento.

Las tumbas que fueron selladas con cubiertas, preferentemente monolíticas, se orientan, salvo alguna excepción, en dirección a poniente. La disposición no era casual, el difunto, enterado en posición decúbito supino, descansa a la espera, según la tradición cristiana, de la resurrección de los muertos. "Al son de la trompeta del último día, los difuntos serán llamados ante el tribunal divino que se manifestará en todo su esplendor desde Oriente".

A escasa distancia de la Necrópolis de Cuyacabras, en un paraje de inusitada belleza y quietud, se encuentra el Eremitorio de Cueva Andrés, uno de los eremitorios más bellos de la Península.

La Necrópolis de Revenga tiene una configuración similar a la de Cuyacabras. Situada en una pequeña floración rocosa, ocupa una superficie de unos 2.000 metros cuadrados en los que se han documentado unas 145 sepulturas, próximas al lugar que ocupaba el edificio religioso.

El conjunto conservado, que debemos datar entre el siglo IX y XI, constituye una de la necrópolis más representativa del Alto Arlanza y un valioso referente de la arqueología medieval hispana.

Las sepulturas excavadas en la roca se distribuyen en dos categorías: Las formas y variantes del tipo ‘bañera’ (40 %) que parecen estar destinadas a enterramientos infantiles o femeninos y las sepulturas de tipo antropomorfo (60 %), supuestamente para los hombres.

El conjunto estuvo presidido por un reducido edificio religioso que conocemos, no sin dificultad, gracias a algunas evidencias registradas sobre la plataforma rocosa en la que se levantaba.

Lo rebajes para asentar los muros de la construcción, la situación de las sepulturas infantiles de la cabecera y otras trazas permiten delimitar el espacio eclesiástico y sugerir una interpretación aproximada de las características y evolución de aquella construcción.

La primitiva iglesia del lugar, a la que se accedía por una única puerta de acceso abierta sobre el muro meridional, presentaba una nave de planta cuadrada, con cabecera o presbiterio, también cuadrado, orientado a Levante.

El viejo edificio estuvo dotado de un pórtico o galería perimetral que rodeaba el cuerpo de la nave. Este espacio porticado, que estuvo soportado por postes escuadrados que descansaban en orificios labrados en la roca, acoge la mayor parte de las inculturas documentadas en el yacimiento.

En fecha indeterminada, el primitivo edificio sería reformado intensamente. La nueva construcción permitió duplicar la capacidad del edificio, conservando una parte del trazado inicial.

La reforma aportará, además, un nuevo elemento en el interior de la nave, el denominado apodytherium o depósito circular que ocupa un lugar central frente al santuario. Dicha estructura ha suscitado las más extravagantes versiones sobre su funcionalidad.

Se cree que la utilidad de dicho depósito está relacionada con el lavado ritual de los difuntos, una costumbre ancestral que la iglesia trató de impedir en época altomedieval, no siempre con éxito. En este caso, el banco o la bañera donde lavar el cuerpo del difunto debió reducirse a unas parihuelas, que, dispuestas sobre el mencionado depósito, permitían el lavatorio ritual del cadáver antes de proceder a su amortajamiento.

La plataforma rocosa sobre la que se levantó la antigua iglesia conserva un grupo enigmático de grabados, que se distribuyen mayoritariamente dentro del espacio porticado de la primitiva iglesia. Frente a la puerta de acceso a la iglesia se registran, además, un reducido grupo de cruces de aspecto y cronología más tardía.

Poco sabemos sobre la finalidad concreta por la que se labraron, aunque hemos de suponer que dichos elementos encierran una simbología relacionada con ciertas creencias o prácticas mágicas. No deja de ser curioso que, a escasa distancia del pórtico en dirección sudoeste, se puedan contemplar algunas icnitas o huellas fósiles de un dinosaurio del Cretácico.

Es recomendable acercarse al Centro de Visitantes de las Necrópolis del Alto Arlanza situado en Palacios de La Sierra.

Información: Ayto. Quintanar de la Sierra

https://www.terranostrum.es/turismo/necropolis-del-alto-arlanza


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