miércoles, 8 de abril de 2015

Argumentar sobre el titulo del blog

¿De dónde venimos?

 ¿Quiénes somos?

 ¿Adónde vamos?

¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos?
(D'où venons nous? Que sommes nous? Où allons nous?)
Woher kommen wir Wer sind wir Wohin gehen wir.jpg

Autor
Paul Gauguin, 1897
Técnica
Óleo sobre lienzo
Estilo
Postimpresionismo
Tamaño
139,1 cm × 374,6 cm
Localización
Museo de Bellas Artes de Boston, Boston, Flag of the United States.svg Estados Unidos
 
¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos? (en francés D'où venons nous? Que sommes nous? Où allons nous?) es un cuadro de Paul Gauguin hecho en diciembre de 1897 durante su segunda estancia en Tahití. Se conserva en el Museo de Bellas Artes de Boston.1 Se conoce por la referencia núm. 561 del catálogo de Wildenstein.
Las tres preguntas son las típicas que un tahitiano, curioso y hospitalario, hace a un extraño que se encuentra por el camino: ¿quién eres? ((o vai ´oe?), ¿De dónde vienes? (nohea roa mai ´oe?), ¿Dónde vas? (te haere ´oe hea?). Seguramente a Gauguin le habían hecho a menudo estas tres preguntas, que las transforma en la primera personal del plural y hace una alegoría de la vida

Índice

Contexto

En 1897 Gauguin vivió sucesivamente en un estado de euforia y de depresión. Se encontraba enfermo, sin dinero, decepcionado de los amigos de París que no lo ayudaban y enfrentado con las autoridades coloniales. En la primavera de 1897 recibió la noticia de la muerte de su hija Aline, de diecinueve años, de quien tenía esperanzas con su talento artístico. Su salud empeoró con una infección en los ojos y una crisis cardíaca. Anunció una decisión drástica: si el próximo barco no traía buenas noticias, de su marchante o de sus amigos, se suicidaría. Antes, sin embargo, durante un mes pintó el gran cuadro que tenía pensado. Tenía que ser la culminación de su vida artística y su legado. Una vez acabado se subió a la montaña y se tomó una sobredosis de arsénico que el médico le había recetado para el eccema. La dosis era tan grande que la vomitó y sobrevivió. La curiosidad por ver las reacciones de su cuadro le ayudó a recuperarse. De hecho, se vendió de inmediato.

Descripción

La escena es un paisaje tropical lleno de mujeres y niños tahitianos, cada uno de ellos en una actividad diferente y simbólica. A la derecha, un bebé duerme en el suelo rodeado de tres chicas sentadas y un perro. Al fondo, se encuentran dos personajes con túnica y abrazados, caminan mientras hablan y una figura sentada en el suelo los mira en una posición simiesca rascándose la cabeza. En el centro, una figura andrógina coge una fruta. A sus pies, un niño come otra fruta rodeado de gatos y una cabra. Al fondo en la izquierda hay una estatua oriental con los brazos levantados con una mujer a su lado y un embrión humano en el otro. Finalmente, a la izquierda, hay una mujer apoyada sobre su brazo, una vieja sentada en posición fetal tapándose la cara, y un pájaro blanco con una lagartija entre las patas.
Gauguin lo describe de esta forma:
Los dos ángulos superiores son amarillos [...] de forma que parece un fresco doblado de los cantos y fijado sobre una pared dorada. Abajo a la derecha hay un bebé dormido y tres mujeres en cuclillas. Dos figuras vestidas de púrpura se confían sus conversaciones. Una figura enorme agachada, realizada deliberadamente a pesar de la perspectiva, levanta el brazo y mira sorprendida a los dos personajes que osan hablar sobre su destino. En el centro, hay una figura que recoge una fruta, dos gatos cerca de un niño, y una cabra. El ídolo, con los dos brazos levantados misteriosamente y con ritmo, parece indicar el más allá. Una figura agachada parece escuchar al ídolo. Y, finalmente, una vieja cerca de la muerte parece aceptar, resignada, lo que está pensando, y cierra la leyenda [...] El conjunto de la escena se sitúa entre un arroyo y bajo los árboles, al fondo está el mar , y, más allá, las montañas de la isla vecina.3
La isla vecina es Moorea, visible desde el oeste de Tahití a pesar de que proporcionalmente se muestra como si estuviera más cercana.

Simbolismo

Gauguin se muestra molesto por tener que explicar la idea del cuadro. Dice que cuando un crítico no encuentra referentes históricos o pictóricos no entiende nada, y que no tiene por qué abrir los ojos al gran público.4 Pero en diferentes cartas da algunas interpretaciones. Escribe: «He hecho una obra filosófica temáticamente similar al evangelio.»3 Curiosamente el cuadro representa a doce figuras humanas más un ídolo.
El cuadro es un escenario de la vida y la actividad humana, desde el nacimiento hasta la muerte, leído de derecha a izquierda.

¿De dónde venimos?

 
«La fuente. El niño. La vida en común»4
Un bebé marca el primer límite de la escena, y al lado, unas chicas jóvenes lo velan. Es la vida familiar o comunitaria, con perro doméstico incluido, la esperanza y el sueño por la vida.

¿Quiénes somos?

«Vida cotidiana. El hombre instintivo se pregunta a sí mismo qué significa todo esto»4
Es el mundo de los adultos, con sus temores y alegrías. Gauguin lo identifica con el jardín del Edén con una mujer cogiendo un fruto del árbol de la ciencia, símbolo del pecado de Eva. A su izquierda dos personajes filosofan sobre la vida, mientras los hombres se dejan llevar por la felicidad de vivir. A su derecha, un ídolo muestra el aspecto espiritual y religioso.
«Volviendo a mi cuadro grande, el ídolo no está puesto como una cita literaria, sino como una estatua [...] que representa lo indefinido y lo incomprensible ante el misterio de nuestros orígenes y de nuestro futuro."5
La estatua del ídolo no existe en Tahití y está inspirada en los ídolos hindúes. Representa a Hina, la diosa de la Luna, considerada exageradamente por Gauguin como una de las principales divinidades tahitianas. Al igual que los constantes ciclos lunares, Hina es la diosa responsable de la regeneración y el renacimiento. Los gatos tradicionalmente se asocian con la luna.

¿Adónde vamos?

«Junto la muerte de una vieja, un pájaro extraño y estúpido lleva todo a su final».4
Es la muerte pero también el renacimiento. La mujer tumbada y apoyada con un brazo es Vairaumati, que Gauguin llama Eva tahitiana. Según la leyenda, Vairaumati engendró el primero de los arioi, una sociedad privilegiada dedicada al amor y a la guerra, y luego fue divinizada.
La mujer vieja, representada previamente como «Eva bretona» que se tapa los oídos para no escuchar la tentación del pecado, es una réplica de una momia peruana en posición fetal que fue expuesta en el Musée de Ethnologie du Trocadéro de París, y que hoy se encuentra en el Musée de l'Homme. Se puede interpretar tanto como la muerte, la eternidad o el ciclo de nacimiento, muerte y reencarnación.6
«A sus pies un extraño pájaro blanco, con una lagartija entre las garras, representa la inutilidad de las palabras vanas».3
Como en Tahití no hay serpientes, la lagartija representa el pecado original.
 
Agradecimientos a Wikipedia

OCEANOGRAFÍA GEOLÓGICA

 OCEANOGRAFÍA GEOLÓGICA

 
NUESTRO planeta, cuya edad es de alrededor de 5 000 millones de años, ha estado sometido a constantes cambios, a lo que se denomina Dinámica de la Tierra o Geodinámica. Algunos de estos fenómenos pueden ser observados por el hombre, pues ocurren con rapidez, como un alud de nieve, un huracán, un ciclón, un terremoto o una erupción volcánica; sin embargo, en su mayor parte suceden con tanta lentitud que el tiempo de vida de un hombre, e incluso el de muchas generaciones, no bastarían para poder apreciarlos. Los procesos actuales de la corteza terrestre son, dentro de ciertos límites, los mismos que se han generado durante cientos de millones de años.
La forma y la estructura terrestre no son inmutables; ambas se transforman continuamente debido a la acción de distintos fenómenos geológicos, que se presentan ya sea a corto plazo, como un terremoto, o a través de un permanente proceso de evolución.
A lo largo del tiempo, la forma de la Tierra ha sido definida de diferente manera por los científicos. Primero se consideró que se trataba de una esfera de aproximadamente 13 000 kilómetros de diámetro, pero después con el apoyo de técnicas más refinadas, se llegó a la conclusión de que era un esferoide, aplanado, como consecuencia de los abultamientos ecuatoriales causados por la rotación de la Tierra, de tal manera que el diámetro ecuatorial calculado en 12 756 kilómetros es 42 kilómetros más grande que el polar, que es de 12 714 kilómetros.


Figura 1. Dimensiones de la Tierra.
A partir de las observaciones realizadas desde satélites se descubrieron dos depresiones en el hemisferio Norte, las cuales dan a nuestro planeta la forma de una pera. Los científicos han coincidido en que éste es geoide, por cuanto de que su forma no corresponde totalmente a la de una figura geométrica determinada.
Las investigaciones en torno a la detección de terremotos han revelado que la Tierra está integrada por una serie de capas sobrepuestas concéntricamente que van del centro a la superficie. La más externa, denominada corteza sólida o litósfera, tiene un grosor promedio de 35 kilómetros y está en contacto con la capa gaseosa (atmósfera) y con la capa líquida (hidrósfera). Probablemente la litósfera fue continua en un principio; en la actualidad se encuentra interrumpida por los continentes.
Dentro de la litósfera hay tres capas conocidas con el nombre de manto, cuyo grosor total es de 2 865 kilómetros y las cuales se componen de materiales metálicos que decrecen conforme se acercan a la superficie.
Debajo del manto se localizan otras tres capas que forman el centro, núcleo central o nife, de 3 473 kilómetros y conformado principalmente por níquel y hierro; su capa más interna es sólida y se encuentra rodeada por una capa líquida y homogénea.
La corteza terrestre o litósfera, que tiene una función estructural, puede diferenciarse en dos tipos: corteza continental, que es más gruesa, alcanza hasta 35 kilómetros y está formada sobre todo por rocas de tipo granítico, y corteza oceánica, más delgada, de 5 kilómetros de ancho y constituida por rocas basálticas de alta densidad y colores oscuros.
Los materiales rocosos de la corteza se pueden clasificar en ígneos, sedimentarios y metamórficos.
Los ígneos formaron la corteza original de la Tierra; provienen de rocas que fueron derretidas por el fuego y que, al enfriarse, dieron origen a la roca sólida, como el granito, muy común en la corteza continental; el basalto, en la oceánica, y la andesita, abundante en las islas oceánicas y en las montañas. Al material ígneo derretido se le denomina magma.
La corteza ígnea es transformable, pues se halla expuesta a la continua acción de agentes físicos y químicos. Por ejemplo, las corrientes de agua y la fuerza de los vientos son capaces de descomponerla y desintegrarla, en forma tal que llega a deslizarse hacia parajes más bajos provocando la llamada sedimentación, que es más intensa en los lagos, pantanos, lagunas, desembocadura de los ríos y en el fondo de los mares. Cuando dichos restos se solidifican o consolidan, adquieren una consistencia de verdaderas rocas a las cuales se denomina sedimentarias. Por cierto, algunas de ellas no llegan a consolidarse totalmente, y quedan por ello en forma de arena y fango.
Si se encuentran sujetas a altas temperaturas, a presiones o a ciertos fluidos subterráneos químicamente activos, tanto la corteza ígnea como la sedimentaria pueden transformarse en material metamórfico (es decir, la roca original se transforma). Existe un proceso que afecta a los tres tipos de roca: con el tiempo y de acuerdo con las condiciones que las rodean, puede cambiar de un tipo a otro.
La corteza continental está formada por las partes emergidas de la litósfera, que constituyen los continentes y las islas, mientras que la corteza oceánica está cubierta por el agua de los océanos y mares. El fondo oceánico está conformado principalmente por rocas ígneas basálticas, sobre las cuales se encuentra una capa de sedimentarias, que pueden o no estar consolidadas.



 

Figura 2. Ciclo de las rocas.
Todas las rocas ígneas basálticas están formadas por elementos y compuestos químicos llamados minerales como el cuarzo, los fosfatos, el manganeso, el oro, el yeso, la arcilla, el diamante y la calcita, entre otros. Además de minerales, las rocas sedimentarias pueden contener compuestos orgánicos de origen vegetal y animal como el petróleo, el gas natural, el carbón, etcétera.
Todo ese material que contiene la corteza ha sido y es de gran importancia económica, y constituye asimismo una fuente inagotable, como elemento de estudio, para la investigación científica.
La geología es la ciencia que estudia la dinámica de los cambios que ha sufrido la Tierra a través del tiempo —basándose en el análisis de las rocas y en la observación de las montañas, las planicies y las profundidades oceánicas— con el fin de explicar tanto el origen de los continentes y océanos como la diversidad de la superficie terrestre.
Cuando tales estudios se aplican al conocimiento de la corteza terrestre que está cubierta por las aguas oceánicas, se le llama oceanografía geológica o geología marina, cuyo objetivo principal es conocer la historia del planeta.
Esta disciplina puede definirse como el estudio geológico de la superficie terrestre cubierta por el agua del mar, de las islas oceánicas y de las zonas costeras y entre otras cosas se ocupa del origen de los bordes continentales, de las cuencas oceánicas y de las formaciones geológicas con ellas relacionadas; la composición, estructura, estratigrafía e historia de los sedimentos y rocas que subyacen en los océanos; los procesos de erosión, acarreo y depositación de los materiales geológicos en diversas condiciones climatológicas; y la comparación de sedimentos y medios marinos antiguos y modernos.
En un principio, los océanos cubrieron casi la totalidad de la corteza terrestre, donde se depositaron los primeros sedimentos, que eran principalmente de origen inorgánico. Durante la evolución geológica de la Tierra, el nivel del agua fue bajando hasta que cubrió únicamente, las tres cuartas partes del planeta, por lo cual quedaron al descubierto extensas zonas de tierra, es decir, los continentes e islas, donde se depositaron nuevos sedimentos.
Es razonable presuponer que el 75 por ciento de los sedimentos existentes en la actualidad en la corteza terrestre son de origen marino. Prueba de ello es que en muchas zonas terrestres se observa esta clase de sedimentos marinos antiguos.
Los sedimentos marinos, además del interés científico, tienen un creciente interés práctico, en virtud de que la humanidad utiliza cada vez más las costas y los fondos de los mares para extraer principalmente hidrocarburos; por esta razón, a los geólogos marinos se les identifica por sus actividades relacionadas con la explotación petrolera.
Estos geólogos analizan los sedimentos marinos actuales con el objeto de conocer sus características, así como los procesos en que se forman y modifican; por lo demás, dichos conocimientos se utilizan —por analogía— para estudiar los sedimentos antiguos que concentran material explotable, como el petróleo y el azufre.
Mediante el estudio de los distintos sedimentos oceánicos es posible conocer las características del ambiente en el que se produjo la sedimentación, como la topografía o forma del fondo, la profundidad y la dinámica del agua, tanto en la zona de estudio como en las áreas que la circundan. De esta manera se puede determinar la procedencia de las partículas sedimentarias, cuyo origen se encuentra en las precipitaciones químicas, en los depósitos de esqueletos o en la materia orgánica derivada de seres vivos marinos.
Los continuos cambios que ha sufrido la corteza terrestre y sus sedimentos a través de la historia del planeta se pueden interpretar estudiando la configuración de los fondos oceánicos, es decir, la topografía, que nos proporciona gran cantidad de datos acerca del pasado de la Tierra y de las particularidades que presenta en la actualidad.
A partir de tales estudios se elaboran mapas —llamados paleogeográficos— de la geografía de épocas antiguas en los que se muestra la manera en que la tierra y el mar se encontraban delimitados en un determinado momento de la historia geológica.
Para trazar los mapas paleogeográficos se utilizan los resultados del estudio de los sedimentos marinos. Uno de los primeros factores a tomarse en cuenta para ello es la batimetría; esto es, la profundidad que tuvieron los fondos marinos en otra época. Así, un periodo determinado de tiempo se puede reconstruir mediante el estudio de los restos animales o vegetales que han podido conservarse durante un lapso suficientemente largo. Dichos restos reciben el nombre de fósiles.
Como resultado de los estudios que se hacen empleando métodos radiactivos para determinar las edades de las rocas y de los fósiles que se encuentran en ellas, se han podido establecer las posibles eras por las que ha pasado nuestro planeta, así como la duración de las mismas, que se mide en millones de años. Los geólogos dividen la escala del tiempo geológico en cinco eras:
La Azoica, en donde se sitúa a las rocas más antiguas y cuya posible duración fue de 3 000 a 3 300 millones de años; en ella no se encuentran indicios de vida.
La Precámbrica, de aproximadamente 1 500 millones de años de duración. En esta era se hallaron los primeros materiales de probable origen orgánico y que, por tanto, son signos de la existencia de vida.
La Paleozoica, que abarcó de 300 a 500 millones de años de duración caracterizada por haberse iniciado la formación de la estructura actual de los continentes; contiene a representantes muy peculiares de diferentes grupos vegetales y animales.
La Mesozoica, de 130 a 150 millones de años de duración, en cuyo transcurso los mares avanzaron y retrocedieron sobre los continentes. Ha sido llamada también Era de los reptiles, tanto por el número como por el gran tamaño que alcanzaron entonces dichos animales.
La Cenozoica, considerada la de más corta existencia, pues duró de 60 a 75 millones de años. Durante esta etapa, el relieve terrestre adquirió su aspecto actual. Asimismo, en ella apareció y se desarrolló el hombre.
El comienzo y la terminación de las eras geológicas no han sido fijados arbitrariamente, puesto que se hicieron coincidir con acontecimientos geológicos y biológicos de importancia, mismos que se han presentado a lo largo de la historia de la Tierra.



Para efectuar una reconstrucción paleogeográfica es fundamental conocer los datos sobre los climas antiguos, cuyas variaciones se pueden suponer comparando la distribución de la flora y fauna del pasado con la del presente, pues tal distribución es ocasionada precisamente por el efecto de los diferentes climas. Por ejemplo, es fácil distinguir los fósiles representativos de los polos y los trópicos; sin embargo, es difícil hacerlo cuando se trata de fósiles situados en áreas con leves y locales variaciones de clima. A estos estudios se les denomina paleoclimáticos.


Se le llama paleontología a la ciencia que estudia los restos de organismos animales o vegetales conservados por un tiempo largo dentro de las rocas sedimentarias de nuestro globo. Esta ciencia guarda estrecha relación con la geología y la biología.




Figura 3. Fósiles de animales marinos.


Gracias a los avances de los estudios paleogeográficos, paleoclimáticos y paleontológicos se ha ido aclarando el conocimiento acerca de la evolución de la Tierra. Pero, a pesar de estos adelantos, los científicos siguen divididos en dos grupos en lo que se refiere a la explicación del origen de los continentes y de los fondos marinos actuales.
Uno de los grupos sostiene que, tomando en cuenta la forma actual de la superficie terrestre, los océanos se formaron debido a un hundimiento gradual de la Tierra que trajo aparejada una elevación compensatoria en los bordes de la zona hundida.
El otro grupo defiende la teoría de la traslación o migración de los Continentes, llamada también teoría de la deriva continental, que se inició con las observaciones del naturalista británico Francis Bacon en 1620. Este científico, creía que la forma peculiar que presentan los continentes a ambos lados del Atlántico no se debía a una mera coincidencia; es decir, Bacon supuso que tanto el continente americano como el europeo formaron parte de una masa continental originaria que se fragmentó.
La teoría de la deriva continental se basa en la semejanza que muchas costas presentan en los lados opuestos de los océanos, de tal manera que podrían embonar unos con otros como las piezas de un rompecabezas. Esta tesis fue presentada en 1910, por F. B. Taylor en Estados Unidos. Sin embargo, debe considerarse al geofísico alemán Alfred Wegener como al creador de esta hipótesis pues en 1912 la dio a conocer mas ampliamente en su obra El origen de los continentes y océanos .
Desde su inicio, esta teoría provocó serias discusiones entre los científicos, sobre todo por los argumentos que Wegener utilizaba para explicarla. En la actualidad, la teoría de la deriva continental gana cada vez más adeptos, en virtud de que los geofísicos descubrieron que los campos magnéticos de los estratos terrestres más antiguos no están en un eje Norte-Sur, lo cual explica que, al desplazarse, las masas de tierra hayan girado lentamente sobre el eje ecuatorial, separándose los continentes con la forma que actualmente presentan. Asimismo otros estudios realizados por algunos biólogos, encontraron un gran parecido entre la flora y la fauna de la América del Sur y de África, lo que favorece a esta teoría.
La teoría de la deriva continental sostiene que la historia de la Tierra ha pasado por cuatro fases. En la primera, se supone que las masas continentales estaban unidas formando un solo continente —o protocontinente —, al que se le llamó Pangea y que posiblemente existió hasta hace 200 millones de años.
En la segunda fase, hace 135 millones de años, se cree que la zona norte y la sur empezaron a separarse, por razones desconocidas, formando dos grandes bloques continentales, el Gondwana situado en el Sur y constituido por Sudamérica, África, Madagascar, India, Australia y la Antártida; y Laurasia, al Norte, formado por América del Norte, Groenlandia, Europa y Asia.
En la tercera fase, hace 65 millones de años se supone un desplazamiento hacia el Norte de la mayor parte de los continentes, con excepción de la Antártida, que lo hizo hacia el Sur, y de América, que se movió hacia el Oeste.
Por último, se asegura que en la cuarta fase los continentes alcanzaron sus actuales posiciones. En este caso se considera que la formación de las montañas se debió al replegamiento de la corteza de los bloques continentales, originado a su vez por la fricción ocurrida al desplazarse ésta sobre el material que se encuentra debajo de la corteza.
Existe la predicción de que durante 50 millones de años América continuará desplazándose hacia el Oeste y Eurasia hacia el Este.




Figura 4. Fases de la deriva continental.
Según los geólogos contemporáneos, este desplazamiento se debe a que la litósfera, que se fractura fácilmente, se encuentra asentada sobre la primera capa del manto, la cual tiene una consistencia fluida debido a sus altas temperaturas. Esto permitió que la litósfera se dividiera en 6 placas tectónicas, que se han movido independientemente, ya sea de manera paralela o por choque entre sí, lo cual hace que se desplace una por debajo de otra; a este fenómeno se le conoce como tectónica de placas.
Dichos estudios que tratan de explicar la historia de la Tierra pertenecen a la geofísica, rama de la geología que ha alcanzado un desarrollo considerable en el campo marino, sobre todo por el avance —logrado en los últimos 50 años— de técnicas como la sismología, la gravimetría (medición de la gravedad) y el geomagnetismo (estudio del magnetismo terrestre).
La utilidad de la geología marina se amplía cada vez más, pues aparte de la información científica, proporciona otros datos que dan la pauta para aprovechar recursos marinos como los hidrocarburos y los aceites minerales combustibles. Un dato interesante es que estos recursos provienen de organismos muertos que se depositaron con los sedimentos en los fondos someros de los mares hace millones de años.
La oceanografía geológica o geología marina no es una ciencia puramente teórica o especulativa; por lo contrario, tiene una aplicación directa en un gran número de actividades humanas. Gracias a esta ciencia el hombre puede conocer la potencialidad de los recursos geológicos del mar y aprovecharlos de manera racional para su beneficio

Publicado por: http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen1/ciencia2/12/htm/sec_6.HTML
Agradecimientos.

martes, 7 de abril de 2015

Fósiles (fossilis, lo que se extrae de la tierra)





Los 
fósiles (del latín fossilis, lo que se extrae de la tierra) son los restos o señales de la actividad de organismos pretéritos. Dichos restos, conservados en las rocas sedimentarias, pueden haber sufrido transformaciones en su composición (por diagénesis) o deformaciones (por metamorfismo dinámico) más o menos intensas. La ciencia que se ocupa del estudio de los fósiles es la Paleontología. Dentro de la Paleontología, la Paleobiología se ocupa de los organismos del pasado que dieron lugar a los fósiles, la Biocronología de cuándo vivieron dichos organismos y la Tafonomía de los procesos de fosilización.

Etimología y evolución del término

El vocablo fósil se deriva del verbo latino fodere, excavar, a través del sustantivo fossile, aquello que es excavado A lo largo de toda la historia, y antes, en la prehistoria, el hombre ha encontrado fósiles, restos de seres vivos petrificados por los minerales con los que se hallaban en contacto. Fueron esos minerales los que sustituyeron o preservaron su forma externa.


Fósil de trilobite
El hombre primitivo les atribuía un significado mágico. Ya los autores de la Antigüedad clásica los habían observado y, en general, interpretado correctamente. El término fósil lo empleaba ya Plinio en el siglo I, y su uso fue recuperado en el siglo XVI por Agricola, aludiendo a su carácter de cuerpo enterrado (como derivado de fossa) e incluía tanto los restos orgánicos como los cuerpos minerales integrados en los materiales de la corteza terrestre. Esta situación se mantuvo hasta principios del siglo pasado, si bien es verdad que los auténticos fósiles solían diferenciarse como fósiles organizados.
El geólogo británico Lyell definió a los fósiles como restos de organismos que vivieron en otras épocas y que actualmente están integrados en el seno de las rocas sedimentarias. Esta definición conserva su validez, aunque actualmente el término tiene una mayor amplitud, ya que se incluyen en el mismo las manifestaciones de la actividad de organismos como excrementos (coprolitos), restos de construcciones orgánicas, huellas de pisadas, impresiones de partes del cuerpo, dentelladas (icnofósiles), etc.




Fósil de ammonite
Los fósiles siguen revisándose, utilizando en cada ocasión técnicas más modernas. La aplicación de esas técnicas conlleva nuevas observaciones que modifican a veces planteamientos previos. Así, por ejemplo, tras una revisión realizada en 2006 con técnicas tomográficas de rayos X, se concluyó que la familia que contiene a los gusanos Markuelia tenía una gran afinidad con los gusanos priapúlidos, y es adyacente a la rama evolutiva de Priapulida, Nematoda y Arthropoda. 

Localización

Existen regiones de la Tierra que son conocidas por su particular riqueza en fósiles; por ejemplo, las pizarras de Burgess Shale en la Columbia Británica de Canadá, la caliza de Solnhofen o los estratos ricos en dinosaurios de la Patagonia.

En España, destacan Atapuerca y Las Hoyas. El primero es un rico yacimiento del Pleistoceno donde se han encontrado, entre otros, abundantes fósiles de homínidos. El segundo es conocido por la presencia de Iberomesornis.
Los lugares que posibilitan una preservación excepcional (incluso a veces conservando señales de tejidos blandos) son conocidos como Lagerstätten (lugares de descanso o almacenamiento, en alemán).
  • microfósiles (visibles al microscopio óptico).
  • nanofósiles (visibles al microscopio electrónico).
  • macrofósiles o megafósiles (aquellos que vemos a simple vista).
Los fósiles por lo general sólo muestran las partes duras del animal o planta: el tronco de un árbol, el caparazón de un caracol o los huesos de un dinosaurio o un pez. Algunos fósiles son más completos. Si una planta o animal queda enterrado en un tipo especial de lodo que no contenga oxígeno, algunas de las partes blandas también pueden llegar a conservarse como fósiles.
Los más espectaculares de estos "fósiles perfectos" son mamuts lanudos completos hallados en suelos congelados. La carne estaba tan congelada, que aún se podía comer después 

 Publicado por wikia prehistrico

¿Depredador y presa?


La concha era un invento biológico innovador, actuando como soporte y como protección contra la presa. Pero, ¿cómo exactamente aparecieron las primeras conchas, y qué aspecto tenían? Esta fue una pregunta difícil en la paleontología desde hace muchos años - rocas antiguas sólo contenían huellas fantasmales de criaturas de cuerpo blando, y bombardeó fósiles parecían simplemente aparecer en el registro fósil, completamente formado, en el inicio del Cámbrico (hace 540 millones de años) . Sus ancestros fue un misterio hasta el descubrimiento de una asociación fósil extraño en rocas que datan de justo antes del comienzo del período Cámbrico. Estas criaturas han sido apodado el SSF, o pequeñas macrofauna. Las pequeñas shellies aparecen al final del período de Ediacaran (finales del Precámbrico). Forman un grupo diverso y no específicos, con tubos, placas y púas siendo las formas más comunes - partes disociadas de esqueletos complejas como las de erizos de mar, esponjas y otras bestias babosas blindados. Algunos de los primeros shellies son conchas individuales, sin embargo, como el Cloudina tubular y algunos especímenes en espiral vinculados a los primeros moluscos (Helcionellids). No hay vínculos genéticos estrechas entre los diferentes tipos de pequeños fósiles de conchas, sin embargo, y la definición del grupo es bastante arbitraria. La mayoría de los fósiles únicos para los pequeños macrofauna desaparecen poco después del amanecer del Cámbrico. Además de ser los primeros ejemplos de esqueletos mineralizados conocidos, la SSF puede ser la clave para un evento aún más grande en la historia de la vida. Algunos ejemplares de Cloudina se han encontrado con pequeños agujeros cortados a través de ellos, y los científicos han argumentado que esto puede representar el primer rastro de la depredación, un animal alimentando activamente sobre otra. Las conchas mismos podrían muy bien ser una adaptación más amplia para proteger a los organismos de los asesinos de reciente evolución, el primer paso en la evolución y lsquo; raza y rsquo brazos; entre depredador y presa. -TJT La foto muestra especímenes Cloudina, algunas con posibles perforaciones de depredadores. Fue lanzado junto con este artículo sobre el descubrimiento: http://bit.ly/1MuJxi0
La concha era un invento biológico innovador, actuando como soporte y como protección contra la presa. Pero, ¿cómo exactamente aparecieron las primeras conchas, y qué aspecto tenían?  Esta fue una pregunta difícil en la paleontología desde hace muchos años - rocas antiguas sólo contenían huellas fantasmales de criaturas de cuerpo blando, y bombardeó fósiles parecían simplemente aparecer en el registro fósil, completamente formado, en el inicio del Cámbrico (hace 540 millones de años). Sus ancestros fue un misterio hasta el descubrimiento de una asociación fósil extraño en rocas que datan de justo antes del comienzo del período Cámbrico.  Estas criaturas han sido apodado el SSF, o pequeñas macro fauna.